miércoles, 22 de diciembre de 2010

186. DHIBAN

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Cuando Mark Twain contaba en el libro que mencionaba yo hace unos día su llegada a Tierra Santa, contrastaba la magnificiencia de los relatos bíblicos con la realidad geográfica: por lo que se ve, a cualquier jefecillo de una cuadrilla o al cacique del pueblo le debían llamar aquí REY, dice Twain.

Las tremendas historias que cuenta esta semana Gil Bera de padres que ofrecen a sus hijos en sacrificio para impresionar al enemigo, resarcirse de su ninguneo o para contentar a un dios (COLERA DE PADRE), tienen como escenario un pueblucho de Jordania al este del Mar Muerto al que hoy vamos a ir directos con "el spypnick".

De aquellos arrasamientos de ciudades y tala de sus campos de los israelitas sobre los moabitas se debieron quedar los alrededores de Dhiban tal que así:





Aunque yo sospecho que el Dhiban originario no sería mucho más grande que el actual:





Lo que sí que tiene mérito es la escritura en esas piedrecitas. Claro que la historia se lo merece. Aquí la estela del rey Mesá ahora en el Louvre, claro:



Y ya que estamos cerca y en tres días va a nacer en Belén el dios al que luego su padre dejó que lo mataran, lo mismo aprovechamos el spypnic y nos vamos para allá.
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