viernes, 2 de marzo de 2012

347. HABLAR. PORCENTAJES



Desde que internet ha multiplicado la comunicación por escrito, hemos empezado a olvidarnos de hablar y  la cosa lleva trazas de convertirse en un problema grave. Por si fuera poco, al habla le pasa como al aire o como al agua, que es gratis y hay por todas partes, de manera que nadie lo ve como problema. Pero hablar hablar, hablar bien y pasarlo bien hablando, cada vez menos. Doy fe. Llevo dándole vueltas al tema desde hace meses y hasta buscando bibliografía en internet, pero todo lo que encuentro son manuales de hablar en público o tratados de autoestima y seducción. Nada que valga la pena.

No sé, veo que al final voy a tener que escribir algo sobre el habla, o hablar sobre el habla (porque cada vez escribo más como hablo...). Observaciones sencillas, como por ejemplo, la del porcentaje de habla y escucha. Ahora que hasta en los partidos de fútbol se lleva la cuenta del tiempo que cada equipo está en posesión del balón, deberían de inventar algún chismecillo de los que reconocen la voz para que en cada conversación se pudiera establecer el porcentaje de cada cual. Y si por ejemplo, uno se pasa del 60 o el 65 por ciento, el aparatito debería avisar para cortar el rollo.

Aunque el chismecillo en cuestión seguro que se escacharra cuando sean más de tres los que se junten a hablar. Pongamos que cuatro. El porcentaje saludable de cada cual tendría que estar entonces entre un 20 y un 30 por ciento. Pero hete aquí que para un hablador medio español se hace tan cuesta arriba tener que aguantar callado y escuchando entre un 80 o un 70 por ciento del tiempo de una conversación, que enseguida se pondrá hablar con el que menos atención preste al que estaba hablando primero o que más cerca suyo esté, y se montarán dos conversaciones a la vez.  En tal caso sería bueno que el chismecillo emitiese un pitido como de árbitro, piiiiiiiiii, ¡alto el juego!. Nada me irrita más últimamente que en una conversación entre cuatro personas se monten dos conversaciones a la vez, (seguramente porque siempre tiendo a pensar que la otra conversación es mucho más interesante que la mía ja ja ja). En casos de cinco, seis o más personas, la algarabía que se monta suele ser de cuidado. No hay más que ir a un restaurante para comprobarlo.