jueves, 7 de febrero de 2013

534. CRACOWSTOCK 2002



Yo no estuve en Woodstock 1969. Pero hace unos días me puse a pensarlo y me di cuenta de que pude haber estado allí porque aquel año hice el PREU y estuve tentado de ir a hacerlo a Estados Unidos. Bueno, si no en el festival por lo menos podía haber estado muy cerca de aquella gente, pero no fue así. El espíritu Woodstock me llegó en los años sucesivos, lentamente, con la música, algunas películas, recortes de prensa. Poca cosa, pero de mucho calado.

Donde sí estuve (ya lo anticipé en el post sobre el festival) fue en Cracovia 2002 cuando el papa Juan Pablo II, sabedor de los pocos meses que le quedaban de vida, organizó una misa estilo Woodstock para despedirse de sus compatriotas. No es que yo fuera allí por lo de la misa o para despedirme del papa, sino que casualidades de la vida, aquel 2002 estábamos pasando el verano en Cracovia con nuestro tradicional sistema de intercambio de casas y nos tocó verlo en vivo y en directo.

Una semana antes del evento fui a hacer la compra al pequeño supermercado que había en el barrio y cual no sería mi sorpresa cuando me encontré la estantería de las cervezas (y las de cualquier otra bebida alcohólica) completamente vacías. Pregunté al encargado, y entre señas, polaco e inglés conseguí enterarme que era porque iba a venir el Papa... ¡Coño!, pensé, ¡vaya forma de festejarlo! ¡Ley seca para todos!.

Entre nuestra casa (en la carretera al aeropuerto) y el centro de Cracovia había una campa inmensa de forma más o menos triangular a la que voy rápidamente con el sPyPnic para verla de nuevo. Ahí está.


No recuerdo que tuviera esas pistas de padel o de tenis que veo en su vértice inferior, igual las han hecho en los últimos años, pero tanto da. La campa sigue siendo inmensa:


El altar-escenario de la misa fue construido hacia de la mitad del lado largo del fondo, tal y como se puede apreciar en la foto que abre el post, por lo que al pasar por la calle que iba de casa al centro, aún se podía ver algo:


Los polacos, que ya se habían descamisado del comunismo y empezaban a hacer negocio como podían, grandes cinventaron y vendieron para esos días el "papascopio", una ingeniosa cajita con colores del vaticano y un par de espejos por cada lado para poder ver al papa por encima de la multitud.


En los días anteriores a la misa, cientos de miles de gentes de todas las ciudades de Polonia fueron llegando con sus pendones a la sinalcohol Cracovia, visitando sus iglesias y haciendo enormes filas ante sus confesionarios.


Dicen que llegaron a congregarse más de dos millones de personas, o sea, el doble que en Woodstock, muchísimos de ellos jovencitos, como en Woodstock ¡y sin Janis Joplin ni Jimy Hendrix!

¿Qué impresión le puede causar esto a alguien que si no estuvo físicamente en Woodsotck estuvo muy cerca, y aún lo está de corazón? En principio y superficialmente, perplejidad, confusión, rechazo, sensación de vivir en un mundo diacrónico, sin comunicación y de grandes diferencias. Pero a un nivel algo más profundo o sarcástico, un acontecimiento así te produce el mismo vértigo que cuando piensas que el tiempo es una superstición, que la flecha del tiempo no necesariamente va de atrás hacia delante, que la muerte no es el final sino el principio, que el final y la plenitud quizás ya han sido, y que tanto nos da que el universo se expanda o se encoja. Es decir, que no hay nada más tonto que ser progresista. O sea, progre, ja ja ja.

Porque si el progreso es pasar de Woodstock a Cracovia, de Janis Joplin al Papa, o de 1969 al 2002 con los similares montajes, que venga dios y lo vea. Y hablando de la llegada de dios, aquí el momento de la consagración: