viernes, 8 de febrero de 2013

536. JAVIER COLINA



Decir que JAVIER COLINA es un monstruo del contrabajo o uno de los mejores músicos de jazz de España no es decir nada nuevo, así que lo que cuento aquí es que la semana pasada tocó en el Central y que tuvimos la enorme suerte de verle en directo. Todo un lujo. Un lujazo. Porque verle frasear con tanta soltura e imaginación sobre el traste de ese armario no es cosa que uno pueda ver todos los días. A pesar de ser un figura, Colina presenta los temas con gracia y sencillez y eso se agradece mucho. Y por si fuera poco, inclinó la balanza del repertorio hacia temas y compositores latinos, lo que siempre le da marcha a un concierto en directo.

Dicho esto y antes de comentar los tres discos que tengo de Colina para elegir uno y ponéroslo en el sPyPdB, voy a hacer algunas consideraciones sobre el contrabajo y el jazz porque me da que cuando uno es un virguero con ese instrumento es fácil incurrir en alguna de sus contradicciones y salirse de los límites del buen gusto o de la disciplina musical.

Renato Valeruz nos enseñó que el jazz es una música que se hace con un contrabajo y una partida variopinta de otros instrumentos cualesquiera. Y cada vez que oigo un contrabajo bien tocado, más le doy la razón. El contrabajo es entonces el cimiento, o incluso la estructura, pero cuando quiere ser la fachada, ayyyy, me temo que se mete en jardín ajeno.

Los tres músicos que acompañaban a Javier Colina el otro día en Madrid, piano, batería y contrabajo, no pudieron estar mejor en su papel secundario respecto a la gran figura del contrabajista. Y aunque Colina, protagonizara las presentaciones, se extendiera en las introducciones a los temas o soleara largo y sentido, todo ello era entendible y asumible por la expectación del directo y el carisma del líder.

Ahora bien, cuando esa misma música se congela en un disco puede llegar a rayar bastante y de ahí quizás, que Javier Colina tenga también el acierto de no prodigarse en grabaciones.



Hace unos años me compré en el mismo Café Central el CD que grabó con Tete Montoliu en agosto de 1995. Lo puse en casa y recuerdo que no me entusiasmó. Es decir, que no creo que lo escuchara más de dos veces. Lo he vuelto a oír esta semana y está bien para un rato (¡cómo no!), pero oído por los altavoces  acaba siendo música decorativa. Fijaros bien: los mejores músicos de jazz de España, los mejores artistas, ... para acabar siendo decoración ambiental. Ay ay.


No pasa lo mismo con el disco que grabó en el VILLAGE VANGUARD de Nueva York con Bebo Valdés en noviembre del 2005, es decir, diez años después. Y ello porque los temas latinos son mucho más marchosos y reconocibles que los más abstractos de los norteamericanos. El problema en este álbum viene cuando el contrabajo se pone a hacer solos y tienes que subir el volumen del aparato para recordarte que estás escuchando una canción, o aún peor, cuando el contrabajista solea con el arco y suena a una cosa intermedia entre un chello ronco o una cuchufleta.


El tercero de los discos que he escuchado esta semana es la muy elogiada y hasta premiada grabación que hizo el año pasado con la catalana SILVIA PEREZ CRUZ, una cantante a quien escuchamos de lejos a finales de agosto en Mass Sorrer, un pijobar poco recomendable a las afueras de Torroella de Montgrí. Ya en aquel concierto que, como digo, oímos de soslayo, me pareció que Silvia era una voz perfecta pero sin personalidad alguna, y la audición atenta de este disco me lo corrobora de todas todas. Si oyes la voz de Silvia como si fuera un instrumento musical, aún, pero para dar vida a esos boleros o a esos acentos cañís hace falta mucha más autenticidad y mucho menos impostura.

Dicho lo cual, lo que mejor que os puedo desear es que tengáis la suerte de poder ver a Javier Colina en vivo y en directo, y en todo caso, y si no os importan mucho mis objeciones, que disfrutéis por los altavoces de casa de algunas de las maravillosas canciones del disco con Bebo.